UNA INVITACION

 


Martes, 21 Nov. 2023

Ya que, según me doy cuenta, prefiere las formalidades, permítame dirigirme respetuosamente y cordialmente, con el único objetivo de expresarle mi más genuina gratitud.



La presente es para agradecerle sinceramente su apoyo significativo a mi experiencia educativa,  donde pude ver reflejada la vocación de un docente que disfruta el potencial de sus estudiantes.



Agradezco inconmensurablemente su disposición a la hora de persuadirme a participar en aquellas salidas pedagógicas, las cuales fueron ese empujón y último impulso para decidirme por la educación superior. 



También tengo en cuenta la confianza que ha depositado en mí,  ni hablar del valor e importancia que le otorgó a mi participación durante sus clases. 



Puedo agradecer de igual forma sus enseñanzas, y es que el concepto y objetivo de la economía nunca me será olvidado;  pude aprender y al mismo tiempo criticar en sus clases,  gracias por incentivar esos pensamientos. 



Con todo respeto,  una sugerencia (ojalá me haga caso). Para personas como yo, a las que les gusta escribir, es necesario tiempo para redactar, es por eso que sugiero humildemente que no corte nuestra inspiración y permita un poco más de tiempo. 



Con respecto a lo anterior,  cuando se nos priva de inspiración por el corto tiempo,  tendemos a sentirnos insatisfechos,  al menos permítanos sentir menos inconformidad con nuestro trabajo,  regalando unos 8 o 10 minutos más. 



Créame que tal vez hará la diferencia,  sobre todo para la gente que como yo, no lidiamos muy bien bajo presión.  Por todo lo anterior y más,  permítanos a mí y a otros compañeros,  tener el gusto de verlo el día de nuestra graduación,  esperamos contar con su asistencia. 



Atentamente: 

 Sara Viviana Castro. 

PANDEBONOS Y SALARIO MÍNIMO

 



By Jaider Espinosa V.  15 Diciembre hora 13:38

Abordé un taxi pirata porque no había transporte para ir a probar la Avena que venden en La California. ¿Cuánto le debo? -le dije al conductor cuando me bajé- "son 4 mil pesitos". Me pareció caro pero en navidad el transporte informal se incrementa por los cuentos de las primas y los aguinaldos extrabursátiles. 

Llegué a la caja y pedí mi vaso de avena. Me la sirvieron fría, espesa y en un vaso de 16 onzas. No pude esperar a sentarme para resolver la sensación en la boca que me produce entre otros también el mango viche. Pum, me la tomé. "Son 6 mil pesitos" dijo la cajera que tenía unos ojos brillantes y verdes. Le pagué con la misma sensación que tuve con el taxista. No vayan  a preguntar cuánto me costaron los pandebonos (que tocó pasarlos en limpio) 

20 mil pesos me costó el desayuno que terminó siendo fitness ¿No era justo un aumento del 20% en el salario mínimo para el 2023?

Diciembre de noche y en la madrugada



Las luces mostraban las imágenes traídas de otra parte del país, conocida por sus carnavales de negros y blancos, las ventas informales mostraban un notorio crecimiento del rebusque de la capital de la salsa y sus alrededores, eran fechas de velitas, y la gente se disponía a darle rienda suelta a su instinto animal. 

Había que comer, varios de los conocidos decidieron no hacerlo, otros, como yo, nos decidimos tan sólo por un sándwich. Fue mejor dejarlos ubicados con sus cervezas porque los cubanos estaban a una cuadra de allí.  Cuando llegué había en el interior del establecimiento gente un poco diferente a la que usualmente se veía por el bulevar del rio. Gente, creo yo, con ganas de sentarse o simplemente comer cosas que no fueran de la calle. Había extranjeros, extrañados porque las aceitunas en Colombia no configuraban una necesidad básica de nuestra dieta decembrina. 

La chica que al parecer quería pedir un sándwich se le escuchaba un tono argentino, extrañamente estaba sola y lucía una falda tipo gitana descaderada. “Estaba” más bien delgada y al parecer ignoraba que todo cliente que se para frente a caja lo hacía para indicar su pedido. Yo, con muchas ganas de parecer cortés, ordené orientando la voz hacia el cajero por encima de ella, él al recibir mi pedido, se quedó con los dedos en la caja esperando la otra orden. “¿Usted no viene con ella?” Yo contesté con la cabeza, con un estilo argentino que me sorprendió. 

El cajero que me atendió también empezó a preparar mi sándwich. “¿Lo quiere tostado?” “Claro”, le dije. Sus movimientos eran mecánicos, cogió el pan y de un sólo zarpazo lo atravesó y en menos de dos minutos ya estaba sonando el pito del horno microondas. Su labor terminó ahí. Sus movimientos fríos y mecanismos los cerró con broche de oro: “se corre por favor, continúe a la derecha”, y señaló con la boca como es típico en Colombia. 

Mientras yo buscaba como loco los jalapeños, escuchaba al fondo como la argentina ordenaba simplemente una ensalada. El muchacho mecánicamente le explicaba las opciones. Yo tenía mucha hambre, pues en horas de la tarde mi mamá había cancelado la cocción de los frijoles de los viernes por “una culicagadita” llamada Renata. 

No pedí nada de tomar, pues llevaba una cerveza en la mano con la que desprevenidamente resulté. Las mesas del centro estaban llenas y en todas se veía más de dos personas sentadas. En un rincón, junto a una familia, había una mesa solita justo para destapar el sándwich, hacerle una picadita y devolverme hacia bulevar. 

Cuando decidí violar la ética y comerme un bocado de sándwich con jalapeño, sonó el teléfono. Ya saben ustedes cuál fue la sensación. Pero contesté, alguien en el bulevar quería un sándwich, de los mismos “míos” pero  más pequeño. Accedí hacer el favor porque nadie más que yo sabe qué es estar sin el almuerzo un viernes en la noche de un diciembre y en vacaciones.  

De regreso crucé la calle con una alegre tranquilidad, pues no había carros, la gente había cerrado la calle y los autos no interrumpían el tránsito de personas.  Yo llegué justo a tiempo. El sándwich cayó como manjar de dioses, aunque debo confesar, que a las mazorcas asadas, que abundan en cada esquina, no les gana nadie. Allí se continuaron pidiendo un par de cervezas más. Ellas, al aire libre, con la brisa de Buenaventura, la salsa brava y la tranquilidad de no estar pensando en las competencias significativas del trabajo, arrojan una mezcla cercana a la felicidad pura. 

Todo terminó como todo buen parche sano en Cali. Votando entre ir a rematar a la Pergola o a Malamaña. Dos sitios con géneros un poco diferentes pero en el que se goza un poco más que en El más allá. A pesar de que en esos sectores ya no te reciben como en otrora: agradecidos con la visita y con ojos brillosos por “llevar clientes nuevos”. Los sitios siguen siendo calurosos y sólo ves carelocos gozándose el ambiente caleño con una confianza que  rememora sitios como Barahúnda y la vieja Topa Tolondra. 

La rumba sirvió para celebrar también la vida, a la chica más juiciosa y bonita le llegaron sus cumpleaños esa noche.  ¡Qué más sabroso que empezar la madrugada de tus cumpleaños bailando “Vente Negra” en Cali con unas buenas cervezas  y un par de tequilas encima! Cantar y bailar es definitivamente un placer casi sexual, por eso la gente a veces cierra los ojos y sube tanto la voz. 

Cuando llegó la policía a las 3:09 am, la gente estaba decidida a dar más… Nosotros la verdad estábamos cansados. Yo particularmente llevaba sin hacer mi pasito gozón por lo menos desde la pasada pandemia (y la práctica del ciclismo desarrolla son otros músculos) En La Malamaña al parecer también el tiempo les cogió desprevenidamente, la música y las luces se detuvieron de sopetón. “Por favor nos colaboran con la salida”, clamaba el Dj por el micrófono. 

En toda la salida estaban las timbas, las congas, las maracas y las campanas tratando de revivir lo que se conoció como la famosa Calle del Pecaó. Yo me sabia el coro entonado porque en pleno 28ª el oriente de Cali lo había vuelto famoso: “¡Los tombos son unos hps vaya, vaya!”. Sin embargo y aprovechando que sólo estábamos a 10 de diciembre, la policía amenazó con llevarse un par de ellos por impedir la circulación de los carros que había junto al sitio. Yo me pasé con los socios para la otra cuadra para intentar abordar algún tipo de transporte. 

Todos nos despedimos con cierta sonrisa en el rostro, sabiendo que pronto volveríamos a tener una nueva cita en el mismo sitio. Los conductores de taxis y uber observaban como gallinazos sus futuros clientes. “Debemos abordar dos carros”, sentenció la matemática del grupo. Y así se hizo. Dos recorridos, el mío implicaba ir hasta el sur y luego devolverme por La Simón Bolívar para “dejar” dos pasajeras exclusivas. 

Luego de los besos y abrazos en el sur, en el recorrido mi celular no dejaba de recibir mensajes. Las preocupaciones eran por la pasajera que se quedó sola en el sur y unos mensajes con imágenes que se asomaban. La muy vivida felicidad, al pasar por una preocupación arribada a las 4 am, se va guardando ya en recuerdos que sólo una felicidad mayor en un futuro debería recuperar y revivir.

En una de las imágenes recibidas estaba Renata, una bebe dinosaurio que había vuelto al mundo con homínidos que ahora no nacen plenamente desarrollados. No se le veía llorando, a lo sumo un poco de sangre a su alrededor, de las pocas que produce felicidad pero por su creación. “La vacunaron y tampoco lloró”, exclamó la nueva abuela. Para mi nació con cara de loquita, lo que indicaba que tenía los genes de la familia. ¡Renata, la más loquita de la familia!

Nadie sabe que va a pasar con la vida de Renata pero su tío espera que, primero, pueda leer esta nota y, segundo, descifre los verdaderos intereses de Byung Chul Han. (Risas)

Espero sinceramente que sea deportista como la mamá o la abuela o la tatarabuela. (Más risas) o que sea trabajadora como el tío Jefrey o desorganizada como el abuelo Miro. O inteligente como yo. 

El último mensaje de mi whatapp fue para avisarme que una chica muy querida había fallecido. Mientras yo cerraba los ojos y gritaba por lo bonito de la vida a las 2: 35 am, un muchacho, hijo de una mamá como la mía, despedía y agradecía a su madre por haberle dado tantas enseñanzas y haberlo acompañado por tanto tiempo. “Espero en otra vida tenerte nuevamente como mi mamá”, escribía muy triste Manuel. 

Murió “la prima”, como mi mamá le decía cariñosamente. El hijo luchó, luchó y luchó por su mamá. Nunca dudo incluso en volverse donante vivo para intentar salvarle la vida a su madre. ¡Gracias Manuel por esa compañía ejemplar! 

Yo recuerdo mucho a Manuel, porque la última vez que los vi, había en su casa una mesa llena de libros y su mamá me sorprendió con sus posiciones políticas y la lucidez de la que gozaba. Sin embargo, la verdad verdadera es que lo conozco más indirectamente porque es mi madre la que me habla de él y de la prima. 

Chao prima. Esta carta la escribí pensando en ti.  


Feliz Cumpleaños por favor


10 Dic 2021

Uno las personas que quiere siempre anhela que estén bien. Que no se caigan, que no les dé frio y  en general que nada ni nadie les vaya hacer daño. El cariño, como todo en la vida tiene esas cosas contradictorias: entre más se aprecia, más uno se preocupa. Estoy por pensar que “el querer” no es un sentimiento tranquilo o puro, para hablar en términos aristotélicos, siempre a medida que más se quiere, más crece la preocupación de que la gente esté bien. 


Tu cumpleaños, espero, llegué en tiempos de tranquilidad. En tiempos donde puedas cerrar los ojos, subir una copa de vino o un vaso de un buen jugo y reflexionar teniendo los ojos cerrados, por ejemplo sobre ¿Qué debo seguir construyendo? ¿Qué debo seguir trabajando? ¿Qué debo mejorar o de cuántas cosas me puedo reír? 


Creo, después de tantas maestrías, esfuerzos, logros, compañías y batallas que tus cumpleaños son para suspirar y reírte mucho. Suspiros porque has hecho muchas cosas bien y, risas porque aún te falta hacer otras cuantas (y conmigo)  


Sinceramente quisiera verte un poco menos preocupada por ciertas cosas hoy. Que tu cumpleaños sea una excusa para reflexionar y pensar un poco en que no vale la pena volver todo una preocupación. Es más, hay preocupaciones que no valen la pena quemarles tiempo.  


Yo, especialmente, sólo tengo una preocupación hoy: tu salud. Siempre te veo trabajando, corriendo, haciendo tres, cuatro y cinco cosas a la vez. Son pocas las horas de descanso (casi no duermes) y son pocas las horas de “relax”. 


Los años pasan y hay que aprender a soltar ciertas cosas o, al menos, no estresarse tanto por algunas. 
He aprendido a quererte mucho, y sé que ésta gran preocupación sólo le prestarás atención si te la escribo el día de tus cumpleaños. Acéptame una invitación almorzar hoy, para prenderte una velita y recordarte que muchos te queremos, te necesitamos y deseamos que cumplas muchos años más llenos de salud, trabajo pero sobre todo llenos de alegrías. ¿Sí?



Hasta luego Pergoleros

 


Hasta luego Pergoleros

Cali, 25 de Julio 2021

Algunos Pergoleros sabrán de los cambios que últimamente se han dado en el grupo. Sin embargo he visto que muchos no le han prestado ni la menor importancia y, otros muy pocos, simplemente han asumido conclusiones particulares que respeto desprevenidamente. Lo cierto es que algo pasó, sin embargo y sinceramente, no es la intensión de esta nota ahondar en las perspectivas de dichos cambios. Ésta no tiene otra intención que despedirme y finalmente agradecer las 76 montadas que tuve al lado de los que alguna vez vi como miembros de una familia.  

Al comienzo, todo fue como los buenos comienzos: llenos de aprendizajes y de risas. Yo hasta hoy pensaba que jamás había montado cicla en mi vida, y por eso pensé que me daba tan duro subir los martes hasta Sebastián de Belalcázar, pero escribiendo esta nota encontré una foto muy vieja en donde me veo en el barrio el Guabal montado en una monareta amarilla hermosa junto a un primo que, pensándolo ahora mismo, no veo hace mucho tiempo.  

Antes de seguir quiero aclarar que la historia de mi primera subida al kilómetro 18 es totalmente cierta, sin embargo el pedacito donde dicen que me tiré al suelo y vomité debido al cansancio, es totalmente falsa. Sí me tiré al suelo pero no vomité ni mucho menos lo hice en mi cabello (que en ese momento lo tenía largo) 

Para subir sin detenerme a Sebastián tuvieron que pasar 8 subidas hacia esa estatua (que espero no hayan olvidado que la tumbaron el 27 de abril del 2021, un día antes de iniciar el paro nacional del 28ª) Luego siguió el calvario hacia Cristo Rey. Aprovecho esta nota para compartirles que la subida hacia Cristo es mejor hacerla antes de las 5 de la tarde, para llegar hasta las rejas y de allí subir hasta las piernas del Corcovado Caleño, pues en la noche no es permitido. No recuerdo cuantas subidas tuve que hacer para completar esa ruta sin detenerme, pero sí fueron más del doble que las hechas hacia Sebastián. 

Recuerdo con gran sentimiento que la primera vez que subí sin hacer paradas hacia Cristo Rey iba con un amigo, Andrés, el famoso “Teacher”, a nuestro lado subió, extrañamente, uno de los que llamaban “lideres”: Arley. Digo extrañamente porque él no iba en cicla, iba en una moto, sin embargo nos acompañó hasta arriba. Creo que era muy amigo de George porque mío no lo era. Siempre lo consideré bastante individualista, a pesar de que ayudaba rápidamente a desvarar a cualquiera del grupo cuando había dificultades. Arley tenía una buena cicla, era atlético y subía y bajaba cualquier ruta las veces que quisiera. Es un muchacho joven y últimamente me he dado cuenta que es muy trabajador y lleno de sentimentalismo. Aquel día no paramos porque teníamos esa verraca moto al lado. Nunca olvidare esa primera vez y nunca la volveré a subir tan rápido.

Esos entrenos hacia esos lugar sirvieron más adelante para llegar a esos objetivos pero ya no por la carretera sino por las trochas. Se entrenaba los martes, jueves y sábado para luego hacer trochas los domingos. La que más recuerdo en esos comienzos fue la “pelabolsillos”. Yo ya me creía un experto en MTB. No me peló los bolsillos pero si las pelotas. 

En pelabolsillos, en la mitad del camino, varios se bajaron porque había una fonda cuyo fondo era rocoso. Bajar podría significar salir volando al momento de querer coger la inclinación que era por ahí de 20% El que iba delante de mi salió volando cuando la llanta de adelante se estrelló con un filo al intentar subir. Yo obviamente, con mi burrito GW también salí volando con bicicleta y todo. Ese día me tuve que devolver, porque a la cicla se le dobló la uña, el muñeco milagrosamente se salvó.

De las trochas siguieron las salidas hacia otras ciudades y municipios. Fuimos al Cauca, a un páramo. Fue la primera vez que alcance en una rodada a un muchacho que se apellida Segura, siempre lo vi como un líder, no sé por qué nunca le dieron ese status. En el Cauca el frio era tenaz pero el paisaje de los frailejones costó cada pedalazo de la ruta. Una de las mejores fotos las tengo en ese paramo. Durante el recorrido nos hizo buen clima pero el diluvio que cayó cuando bajamos fue descomunal, el frio penetró los huesos y las 4 personas que dormíamos en el cuarto caímos como ángeles. No les cuento cómo ni quién nos ayudó a llevar las ciclas al Cauca. Esa historia se las contará Mauricio, uno de los fundadores del grupo.

También fuimos al Danubio. Fue simplemente espectacular. Camilo prometió llevarnos otra vez, quiera dios que cumpla su palabra. Si alguien me hubiera contado como era la bajada al Danubio juro que hubiera alquilado una cicla con Doble suspensión. Mi pobre burrito duró hasta ese día. La bajada que yo me pegué en esa loma jamás la volví hacer. No es por chicanear, pero descendiendo me encontré tres grupos… y seguí. Fue la primera vez que espere a Segura en la ruta. Nunca más lo volví hacer. 

Mi recomendación es: si usted le gusta el MTB y no ha ido al Danubió, usted todavía es un cachorro. El ascenso no se lo recomiendo a nadie. Con decirles que uno de los lideres, más destacados, el señor Carlos Holguín, terminó subido con cicla y todo en una buseta porque no pudo subir. Recuerdo mucho la cara de Don Jefry cuando llegó a la meta. Echaba chispas porque la única persona que tenía la capacidad de detenerse, devolverse y ayudar en esa ruta era él. Eso no le permitió llegar con buen tiempo. Como Jefry no conozco ningún ciclista hasta el momento. Le dicen el caballo Jefry.

Con un poco de experiencia, salidas, caídas siguió otro proceso, quizás el más duro del ciclismo, asimilar que en el fondo este es un deporte individual. Todo lo que se haga contra eso es contranatural. Empecé a salir sólo, por rabietas, porque las rutas eran muy duras en el grupo o simplemente para conocer o mejor, reconocer, nuevas rutas. Esa dinámica dio sus frutos. Terminé yéndome con un loco llamado José Buitrago para el Lago Calima. La ruta fue tan genial que hice de todo para volver. Primero convencí a George y lo llevé. Por allá pasó lo que tenía que pasar (risas) Luego convencí a Camilo, quien me ayudó a convencer al resto del grupo. Nos fuimos para El Lago Calima, luego para Restrepo, luego para la variante. La ruta fue mejor que la del Danubio. Es más, ha sido la mejor de todas (risas) Todo salió muy bien. Allí estreché lazos con Don Einar y su familia, quien fue fundamental en la convocatoria, pues estábamos en plena pandemia mundial e intentar convencer a la gente era toda una odisea. 

Vale la pena ahora mencionar algo sobre la pandemia. El grupo tuvo una caída impresionante. La gente no quiso salir. Sumado a eso, una de las personas más importante del grupo se metió en un proyecto nuevo de emprendiendo y no volvió a salir. El grupo casi se acaba en pandemia. Para sacarlo adelante nos inventamos del sombrero una estrategia: conformar un grupo de Coordinadores. Allí empezamos a planear rutas, hacer discusiones en torno al ciclismo y lo más bonito de todo, estrechar lazos de amistad, dinámicas necesarias en una pandemia y en un deporte tan individual como el ciclismo. Se hizo hasta lo imposible porque cada uno tuviera su camiseta de Pergoleros.

Las cosas marchaban a medio paso pero marchaban. De 66 personas que salieron al Lago Calima escasamente convocábamos a 20. Sin mencionar que con algún grado de sinceridad, mucha gente nos escribía al grupo de coordinadores diciendo que no saliéramos, que era peligroso. Varias personas se contagiaron de Covid. Incluso, y esta es la parte más triste. Tuve que sentir el recorrido de la muerte al interior del grupo, pues familiares de la gente del grupo murieron.  

Mantener el grupo en pandemia no fue fácil. Pero se sacó adelante (al menos eso me gustaría creer) De todo este proceso lo más bonito fue la construcción de una amistad. Parece como si la pandemia nos hubiera obligado a ser amigos. El que no cruzo palabras, compañías y risas con el grupo de coordinadores no vivió la mejor parte del grupo de Pergoleros. La verdad la pasamos muy sabroso.

Hoy la pandemia se ha estabilizado. Ha sido mucha gente la que ha muerto en el país. Las vacunas empiezan hacer sus efectos. Los grupos de ciclismo poco a poco empiezan a salir ¿Y yo? Debo retornar a mi ciudad. Donde trabajo. En pocos días entro a laborar presencialmente luego de un año de virtualidad. Esta nota es para decirles: gracias por todo amigos Pergoleros. No importó género, viento o marea para rodar. Especiales recuerdos tengo de Ana, Mónica, Natalia que se volvieron en algún momento lideresas de esa gran familia. Al resto de chicas gracias por la compañía en las rodadas (Dulce, Quintero, Paredes, Stella, Yake). Al señor Alfonso, que retornó para apersonarse del grupo, sólo buenas energías para él en el corto y mediano plazo.

Espero algún día puedan acompañarme a La Marina, es una ruta muy bonita que todo ciclista debería conocer. De mi parte un Pergolero más y un amigo más. Me voy como lo hacen los mejores footbolistas: en su  mejor momento (:)) Aún no completo mi meta de 86 kilos pero espero, en esta nueva etapa, quizá con un nuevo grupo, conseguirla. Algún día espero ser como muchos de los que se quedan: buenos para pedalear. Me voy pero no es más que un hasta luego. Porque más temprano que tarde las rutas nos juntarás. Disculpen mi desinteresada intensión de convertir el grupo en una pequeña familia y en insistir tanto en las 786 fotografías que capturé. Pude haberme equivocado en cosas pero jamás lo hice motivado con un interés particular. Siempre lo hice bregando en construir un colectivo. Nos vemos en agosto en Rio Frio.



Carlos Gaviria Díaz "Camino de la Patria (POEMA)