'Que vivan los estudiantes...'




Por:
HÉCTOR PINEDA

Debo confesar que desde hacía mucho rato, quizá desde los tiempos de la denominada "Séptima Papeleta" (innovación de participación electoral que desató el ambiente político de legitimación a la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente), no veía tanta exaltación juvenil como la que sucedió en la tarde del pasado jueves, cuando los estudiantes de las universidades (públicas y privadas) marcharon en rechazo del anuncio, por parte el Gobierno Nacional, de la modificación de la ley que regula la educación superior en Colombia.

En principio, así lo comenté, esperaba un desorden como el que se acostumbra a culminar las movilizaciones de protestas: enfrentamientos con la policía, fachadas de edificios embadurnados de pintura, pintas con "aerosoles" contaminantes, vidrieras destrozadas y gente aporreada. Imaginé los titulares, de punta a punta, de los medios escritos: "Desórdenes y pedreas durante la jornada de protestas estudiantiles".

Sin embargo, lo anterior no sucedió. Por el contrario, fue una expresión de alegre vocinglería, de cánticos, consignas coreadas y adornadas de banderas y pasacalles multicolores. A lo ancho de la carrera Séptima, del centro de Bogotá, como esas escenas de las marchas obreras recreadas en las películas de Bertolucci ('Novecento'), ingresaron, por la esquina del Palacio de Justicia, al marco de la Plaza de Bolívar, en donde eran esperados por varios directivos sindicales, reconocidos líderes de izquierda e independientes y un centenar de pancartas alusivas a la jornada.

Por un instante, mientras el zócalo de la Plaza recibía el apretujado río viviente, recordé imágenes pretéritas gritando, espaciada por la clave de tres palmadas, la consigna de "presupuesto, combatiendo por mayor presupuesto". Después desmanes y, de allí en adelante, piedras, bolillo y, una que otra vez, arrastrado hasta el camión de la policía donde se era trasladado a la central de policía. Desde esos tiempos, se denuncia el deterioro presupuestal de la universidad pública. Setecientos mil millones de pesos, se dice, es el reclamo de la universidad pública al Estado.

Los marchantes, en sus pancartas y consignas, expresaban su rechazo a la idea del Gobierno Nacional de una "universidad con ánimo de lucro". Al decir de las voces, es la "privatización de la universidad pública". "El Gobierno está preocupado por la prestación del servicio (así reza un escrito firmado por el Consejo Superior de una prestigiosa universidad pública) y a los estamentos universitarios nos interesa la efectividad del derecho a la educación y la calidad en la misma". Derecho o simple servicio, miradas polarizadas y excluyentes, digo yo.

Ni la lluvia, fría y punzante, que se desgajó sobre la plaza atiborrada, pudo enfriar el ánimo de los manifestantes, ni la exaltación alegre y pacífica. Como nunca antes visto, brigadas de estudiantes, con la identificación de la universidad dibujada en las mejillas, rodeaban a la policía para protegerlos de eventuales agresiones. A punta de pitos y rechiflas espantaban saboteadores.

Al finalizar la jornada, sudorosos y saltando de alegría gritaban: "Derrotamos la capucha". Ahora, seguramente, vendrán marchas para derrotar la propuesta de Cámara de Comercio... perdón, del Ministerio de Educación. Y como dice la canción: "que vivan los estudiantes...".

* Constituyente de 1991

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