Cómo salvar el MIO

By Emilio Sardi*

En columna anterior señalé cómo buena parte del fracaso del MÍO se debe al mal diseño del sistema y a la peor implementación de este diseño, el cual es urgente cambiar para atender las necesidades reales de la ciudad. El otro aspecto del proyecto de transporte masivo que ha sido determinante de su mal resultado es su modelo de operación.

La inversión pública en el transporte masivo de pasajeros se justifica por muchas razones. No sólo por ofrecer una opción de movilidad a quienes no poseen vehículo, sino por sus beneficios sociales en reducción de congestión de tráfico y de áreas de parqueo, menor tiempo destinado al tránsito de personas, menor contaminación atmosférica o por ruido, reducción en niveles de accidentalidad, y menos gastos globales en combustible y energía. Además, un sistema bien diseñado debería contribuir a un uso más ordenado del suelo, al crecimiento urbano más adecuado, a una movilidad global más eficiente, y en general a la competitividad, productividad y crecimiento económico de las ciudades.

Pero para dar un buen servicio e inducir a su uso por toda la ciudadanía, frecuentemente es necesario subsidiar rutas u horarios que, por su escaso volumen, no serían atractivos a los operadores privados. Por eso, la tendencia generalizada en el mundo civilizado es al modelo de operación pública. Y por eso, el modelo mixto, con operadores privados, ha funcionado tan mal en Cali, donde las frecuencias son demasiado bajas, los buses viajan sobrecargados, y en general, el interés legítimo de los empresarios en proteger su rentabilidad choca frontalmente con el de los usuarios y el de la comunidad en general.

Un ejemplo protuberante del equivocado manejo que nace de este sistema mixto es el reciente anuncio de que, para incrementar las velocidades de viaje, se van a destinar carriles exclusivos en seis avenidas de alto tráfico de la ciudad y posteriormente en cinco más. Esto sin estudios serios de tráfico que determinen la viabilidad de estos carriles excluyentes y sus impactos en el resto del tráfico urbano, y cuando es claro que el pésimo servicio actual se debe a la insuficiencia de frecuencias y de buses. ¡Para no hacer la inversión necesaria para llevar el número de vehículos al nivel que realmente conduciría a un servicio aceptable, van a poner a volar a los poquitos buses que tienen!

La verdad es que llegó la hora de enfocar este problema desde una perspectiva distinta al deseo de proteger la rentabilidad de los operadores. En muchas de las vías de mayor importancia de la ciudad, los caleños hemos cedido uno o más carriles para el uso exclusivo de los buses del MÍO. Los usuarios de 650 mil carros y 750 mil motos les han cedido el 33% o el 50% de las vías a apenas 700 buses que pasan de vez en cuando, mientras que ellos se amontonan en el espacio restante. Lo lógico es que esos carriles del MÍO sean destinados a las motos y, si es del caso, los buses del MÍO usen los otros carriles, como de todos modos lo hacen con gran frecuencia.

El fondo es que Cali debe reconocer que el modelo mixto no sirve pues los operadores privados no van a operar a pérdida, ni tienen porqué hacerlo. Hoy es necesario decidir si se retorna al modelo privado anterior, que era algo caótico pero prestaba mucho mejor servicio que el MÍO, o vamos a un sistema público serio como lo hacen las ciudades modernas. Yo prefiero la segunda opción.


* Columna con el título original "Salvar el MIO"

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