LOS FALACES SLOGANS DEL NUEVO SISTEMA EDUCATIVO





Reproducimos apartes de un artículo de la profesora mexicana Lucrecia Rego, como una contribución, en lenguaje sencillo y ameno, a nuestra crítica al constructivismo, el modelo pedagógico del pensamiento posmodernista. UyC

Frases que suenan interesantes para quien las oye sin analizarlas y que tienen como único objetivo desacreditar a los buenos maestros y a la educación formal, rigurosa y tradicional, de acuerdo con la estrategia sugerida por Gramsci, que más adelante veremos con detalle, para adueñarse del mundo de las ideas.


Les presento algunos de ellos:


“Nuestro modelo educativo elimina el aprendizaje mecánico y repetitivo que identifica el saber con la memorización”


No entiendo qué tienen los pedagogos en contra de la memoria. La memoria es una facultad de la inteligencia, junto con la razón y la imaginación. Y la inteligencia, junto con la voluntad y la libertad, son las facultades que nos hacen diferentes a los animales.


Creo que es muy bueno desarrollar la memoria. No encuentro cuál es el error que ellos ven en hacer memorizar al niño las tablas de multiplicar, las capitales de los Estados, la localización de los países, un poema, un cuento, una canción, una partitura de piano… los hechos históricos más relevantes, para que entiendan la cultura en la que vivimos y mil cosas más. No encuentro nada de malo en desarrollar la memoria del niño. Al revés, lo encuentro extraordinariamente bueno e indispensable. Los grandes sabios de la historia poseían una extraordinaria memoria. Cualquier persona que se precie de ser culta, no lo es por lo mucho que ha leído, sino por lo mucho que ha podido retener en su memoria de aquello que ha leído. ¿Por qué los pedagogos insisten en anunciar que ya no harán memorizar al niño? ¿Es que quieren suprimir en ellos esa facultad de la inteligencia y hacerlos más semejantes a los animales?


Supongo que ellos quieren que mi hijo cuente bolitas y palitos cada vez que necesite multiplicar 3 X 4 (para que él mismo descubra el resultado). Yo creo que eso le dificultaría mucho la vida. Lo más eficaz es que mi hijo sepa de memoria (sí, de memoria) que 3 X 4 es 12 y que 7 X 8 es 56. De esta manera podrá emplear su tiempo en cosas mucho más productivas e interesantes.


“Nuestro modelo educativo elimina la transmisión directa de contenidos inconexos”


¿Perdón? ¿Me podrían decir cuándo la educación tradicional transmitió “contenidos inconexos”? Todo lo contrario. La educación tradicional (científica) siempre ha montado los nuevos conocimientos sobre conocimientos anteriores. Por eso se enseña primero a contar, luego a sumar, luego a restar y así sucesivamente… hasta llegar al cálculo diferencial e integral en el último año de bachillerato, habiendo ya pasado por el Álgebra y la Trigonometría. Jamás, en ninguna escuela se habían transmitido contenidos inconexos. Ahora sí que se hace, con los nuevos sistemas educativos, pues el niño aprueba sin aprender y al no haber aprendido las bases anteriores, lo nuevo se le presenta como “contenido inconexo”.


Por otra parte, ¿qué tiene de malo lo transmisivo? Las escuelas, institutos y universidades son precisamente eso: centros de transmisión del saber. Con la enseñanza transmisiva, las nuevas generaciones pueden aprovechar el saber acumulado de las anteriores.


Si se abandona el método transmisivo en las escuelas y mis hijos se ven obligados a descubrir todo por ellos mismos… ¡estamos perdidos!


Mi hija jamás descubrirá por sí misma cómo se hace el exquisito flan de la abuela, por más ingredientes (huevos, leche y azúcar) y refractarios hermosos que le ponga enfrente. O… tal vez sí lo descubrirá… algún día… después de varios experimentos y fracasos con flanes crudos, insípidos, aguados, duros, quemados o batidos. ¿No es mucho más sencillo (y práctico) que la abuela venga y le enseñe ella misma cómo hacerlo? Lo aprenderá en un dos por tres, sin fracasos, sin pérdida de tiempo y sin ingredientes desperdiciados.


Puse el ejemplo de un flan. No quiero pensar cuánto se va a tardar mi hija en descubrir por ella misma el Teorema de Pitágoras o las leyes de Euclides, la macroeconomía, o ¡la física atómica!


Claro que… pensándolo bien, los constructivistas (ahora llamados pedagogos) no buscan que el niño aprenda tan rápido, de hecho no quieren que el niño aprenda ni se esfuerce en aprender, sino que juegue, que esté contento, que trabaje en equipo durante muchas horas y diga su parecer… Pensándolo así… entiendo que no quieran invitar a la abuela, pues frustraría sus planes de entretenimiento y pérdida de tiempo.


No estoy exagerando. La semana pasada recibí una circular muy linda y colorida en la que se me avisaba que mis tres hijos de primaria tendrían en su escuela "La Semana del Sol naciente” en la cual, en lugar de tener clases, jugarían y harían experimentos divertidos para conocer los grupos alimenticios y las condiciones de una buena alimentación.


Bueno… quince minutos en mi cocina y despensa, bastarían y sobrarían para enseñarles a mis hijos, de manera muy amena, muy divertida y muy experimental, que los alimentos se dividen en frutas, verduras, cereales, lácteos y carnes: que unos tienen vitaminas, otros proteínas, otros grasas y azúcares y otros fibra… y que hay que consumirlos de manera balanceada para tener una buena nutrición. ¿Una semana completa? ¿Toda la Primaria sin clases? ¡Viva el constructivismo y la idiotización de la niñez! ¡Viva la mediocridad!


Pronto regresaremos a la edad de Piedra, pues… aunque mi hija no logre descifrar los ingredientes exactos para el flan de la abuela, estoy segura de que mi hijo de seis años muy pronto descubrirá, con su observación y experimentación constructivista, que el Sol gira alrededor de la Tierra. Y como él lo descubrió solito y sin ayuda de nadie… los pedagogos le dirán que es verdad, que es su verdad, una verdad tan válida como todas las demás verdades que otros hayan descubierto.



“Un modelo basado en el desarrollo de competencias, que ayuda al niño a Aprender a aprender”


Esto sí es verdaderamente ridículo. “Aprender a aprender”…


Aprender a aprender ¿qué? Se aprende aprendiendo algo, no aprendiendo a aprender algo.


Es como si llevara a mi hijo a una escuela de natación para que aprenda a nadar y después de un año el profesor me lo entregara diciendo “Señora… su hijo está listo ya para aprender a nadar. Todo este año le estuve dando clases de cómo aprender a aprender a nadar. Ya aprendió cómo aprender a nadar así que ya puede, ahora sí, aprender a nadar”


O… que la maestra de cocina me dijera: “Yo no doy clases de cocina, no enseño a cocinar, doy clases para que las niñas aprendan a aprender a cocinar” ¿De qué sirve eso, si no para perder el tiempo?


El cerebro no necesita aprender a aprender, pues siempre está listo para aprender, está diseñado para eso. De hecho, el cerebro continuamente está aprendiendo algo. El proceso de aprendizaje en el cerebro es continuo desde que el bebé está en el seno materno. Todo lo que vemos, todo lo que tocamos, todo lo que oímos… todo es aprender en cada segundo de nuestra vida. El cerebro no necesita de ninguna preparación previa para empezar a aprender.


Señores pedagogos, se aprende a contar, contando; se aprende a leer, leyendo; se aprende a escribir, escribiendo. No necesitan enseñarles a mis hijos cómo aprender a aprender a leer… háganlos leer, por favor.


De hecho, los niños aprenderán aunque no les enseñen, pues su cerebro está hecho para aprender siempre. Si no le enseñan a un niño las fórmulas elementales de la física en la escuela, las aprenderá él solo, pero las aprenderá como no las debe aprender. Aprenderá, por ejemplo, que fuerza es igual a masa por aceleración (F=m.a) cuando un amigo borracho le dé un mazazo en la cabeza. Si no le enseñan que la velocidad es igual a la distancia sobre el tiempo (v=d/t), lo aprenderá cuando no pueda frenar en el coche y se estrelle contra un poste. Si no le enseñan las Leyes en la escuela, aprenderá en la calle cómo esquivarlas y violarlas impunemente. Si no le enseñan Historia, la aprenderá (muy mal) leyendo las noticias de la prensa.



“Sustituye al modelo tradicional que transmite contenidos anclados en el pasado”


Queda comprobado que estos pedagogos están peleados con lo tradicional y lo científico, y con la historia del conocimiento humano.


Olvidan que los grandes genios y sabios de la humanidad aprendieron con el método tradicional, pues sus novedosos métodos no existían en tiempos de Platón, Sócrates, Newton, Einstein y un larguísimo etcétera… hasta llegar a los grandes pensadores, intelectuales y científicos (de más de 40 años) de nuestros días. Si tan malo es el método tradicional, ¿de dónde salieron todos esos genios y toda esa ciencia?


Todos ellos aprendieron con el método tradicional en el cual el discípulo aprende de la sabiduría y conocimientos que le transmite su maestro y luego, de manera natural y lógica, llega a superarlo, tanto en conocimientos como en sabiduría.


No veo qué tenga de malo un modelo en el cual el alumno debe prestar atención a las explicaciones del maestro, pedir la palabra cuando tenga alguna duda y después hacer los ejercicios para afianzar en la práctica, los conceptos teóricos.


Si el modelo tradicional fuera tan malo como dicen los pedagogos constructivistas, no hubiera habido ningún avance en la ciencia, la tecnología y el saber desde el Medioevo hasta nuestros días.


Creo que nuestros pedagogos están confundiendo lo novedoso con lo bueno y creen que es malo todo lo que no es novedoso. Eso es entendible en el pensamiento de un adolescente inmaduro que cree que todo lo nuevo es bueno, pero… no en un educador.


Por otra parte… me gustaría mucho que me aclararan cuáles son los “contenidos anclados en el pasado” de los que hablan. ¿Será que ya no quieren que los niños estudien a Sócrates y a Platón? ¿Qué ya no lean a Miguel de Cervantes ni a Shakespeare? ¿Qué ya no estudien Historia Universal? ¿Considerarán que las leyes de Newton están pasadas de moda? ¿Cuáles son, señores pedagogos, los contenidos “anclados en el pasado”?



“Modelo centrado en el estudiante y no en el maestro como protagonista”


“Centrado en el estudiante” ¿Qué tiene esto de novedoso?


Vayamos al maestro más tradicional de la historia. Cuando recita las tablas de multiplicar, lo hace para que el alumno las memorice. No lo hace para repasarlas él. Cuando hace un dictado y corrige las faltas de ortografía, lo hace para que el alumno (y no él) aprenda a escribir correctamente. La educación tradicional SIEMPRE ha tenido como centro al estudiante, no al maestro. Todas las explicaciones, ejercicios y tareas de la educación tradicional están dirigidas a la superación y al aprendizaje del alumno. El alumno es, y siempre ha sido, el sujeto y el objeto de la educación tradicional, (positivista o científica o como quieran llamarla).


Y ahora, además, existen herramientas interactivas maravillosas que ayudan a que el maestro ya no tenga que emplear el tiempo en escribir las tablas sobre el pizarrón. Pero el método es el mismo (el maestro enseñará y el alumno repetirá y practicará las tablas hasta dominarlas por completo). Lo único que cambia son las herramientas, que ahora son más variadas, interactivas y poderosas y ayudan a que el alumno aprenda más cosas en menos tiempo, y mejor.


Hay niños con ganas de aprender, que podrían aprender mucho más en un sistema más exigente, más ordenado, que no lo obligara a mediocrizarse.



“Modelo que integrará todas las materias”


Eso también es muy tradicional, queridos pedagogos. Basta con mirar a los sabios del Renacimiento. Curiosamente los mejores artistas, pintores, arquitectos, compositores, también eran los mejores matemáticos, teólogos e historiadores.


Las materias no deben integrarse de manera ficticia desde la administración del colegio, obligando al profesor de Biología a poner a hacer operaciones matemáticas a los alumnos para calcular el volumen del hígado; ni obligando al profesor de Natación para que los alumnos calculen el volumen de agua que sacan de la alberca en un clavado. Esto no es mecánico.


Las materias estarán integradas en la medida que tenga la cultura general de cada uno de los maestros. Si el maestro de Matemáticas sabe también mucho de Historia, de Geografía, de Filosofía y de Arte, se los transmitirá a los alumnos de manera natural. Pero eso… no se logra enviando a los maestros a jornadas pedagógicas… se logra poniéndolos en contacto con unas cosas muy tradicionales y antiguas que se llaman libros. Que lean mucho… de su materia y de las otras materias. Y se deben hacer actividades extracurriculares, pero académicas y con alto rigor científico no “lúdicas”.



“El nuevo sistema acaba con las evaluaciones sancionadoras”


¿Me podrían decir, estimados pedagogos, cuándo ha sido “sancionadora” una evaluación? Los exámenes son sólo eso: evaluaciones. Y lo que hacen es solamente evaluar el conocimiento adquirido. Una calificación en un examen no es un premio para el que sabe ni es un castigo para el que no sabe. Es sólo una señal cuantificable, una medida objetiva, de que el estudiante ha aprendido suficientemente bien o de que necesita estudiar de nuevo.


Que los papás impongan luego un castigo por las malas notas en el examen… eso no quiere decir que el examen en sí mismo sea un castigo. Por el contrario, los exámenes son la oportunidad para ver si el alumno ha tenido un aprendizaje efectivo y, si no lo ha tenido, poner a tiempo las medidas correctivas necesarias, ya sea en la manera de explicárselo o en la manera de estudiar. Los exámenes son una herramienta eficaz para asegurar que el alumno terminará el curso sabiendo todo lo que debió haber aprendido.


Con el deseo de los pedagogos de eliminar las evaluaciones y las calificaciones… sustituyéndolas por hermosos sellos que dicen “ERES UN CAMPEÓN” o pegándole una cara feliz o una estrella (sin revisar siquiera las respuestas ni la calidad del trabajo entregado)… ahora nadie se entera de si el niño está aprendiendo o no (ni los maestros, ni los padres, ni el mismo niño) y… pasa al siguiente curso en blanco, convencido de que da igual saber o no saber; hacer las cosas bien o hacerlas al aventón. El resultado es el mismo: “ERES UN CAMPEÓN”


He escuchado a muchos amigos, profesores de universidad, seriamente alarmados por los escasísimos conocimientos con que están llegando los alumnos a las facultades, sobre todo en las áreas matemáticas y en el lenguaje. Es una pena, porque, si los jóvenes no dominan el lenguaje, muy difícilmente serán capaces de dominar el pensamiento y si no dominan las matemáticas, muy difícilmente llegarán a dominar la ciencia.


Lo más penoso es que los jóvenes no se avergüenzan de ello. Llegan a la Universidad sin saber qué es el Teorema de Pitágoras, no tienen idea de quién fue Miguel de Cervantes, no saben si Colombia está en América Central o en América del Sur… no saben ni siquiera expresarse correctamente y son incapaces de redactar un párrafo coherente. Y ¡no les importa! Se ríen, les parece gracioso ser ignorantes, ¡soy un Homero Simpson y qué!


Claro… a fuerza de haber sido evaluados sin impunidad, han llegado a creer que no tienen importancia el conocimiento, el saber y la cultura. Están convencidos de que les irá igual de bien que a los que sí saben, pues siempre sucedió eso en su escuela: los que estudiaban y los que no estudiaban; los que sabían y los que no sabían… al final, todos pasaban el curso. Les he escuchado a unos colegas que los pedagogos llaman a semejante burla “flexibilidad curricular”.



“Nuestras evaluaciones son participativas, involucrando a todos los implicados: al alumno, al maestro, al resto del personal docente y administrativo, al grupo de psicólogos y a las familias, para asegurar el desarrollo integral de todas las facetas de la personalidad del alumno”


Esto es terrible y creo que va en contra de la relación de confianza que debe existir entre un maestro (de los de verdad) y un alumno. ¿Qué tienen que hacer los demás, opinando acerca de las calificaciones que mi hijo merece?


Imagino la escena: Un alumno obtuvo un seis en el examen de matemáticas. Un seis objetivo: seis aciertos en diez preguntas.


El psicólogo opina: “No, es un niño muy débil psicológicamente, si le ponemos seis, su autoestima se dañará, propongo que le pongamos ocho”


El profesor de natación opina: “Si le ponemos seis u ocho, bajará su rendimiento deportivo, mejor nueve”


El administrativo dice: “Tiene todas las cuotas al corriente, se merece mejor calificación”


Y la mamá termina: “Estudió tanto mi niño… yo lo vi estudiar… se merece una buena calificación”


Entre todos deciden ponerle un 10, un “EXCELENTE”


¿Qué clase de evaluación es esa? ¿Para qué sirve?


Basar las evaluaciones en aspectos subjetivos sólo distorsiona la realidad y genera una gran inseguridad en el niño, pues nunca sabrá qué es lo que realmente debe hacer para ser mejor evaluado.


“No nos enfocamos en transmitir contenidos que el alumno puede ya encontrar en la Internet”


Justamente porque el niño puede encontrar millones de contenidos en la Internet, es por lo que se hace más urgente que nunca proveerlo de contenidos ciertos y confiables y de una estructura mental lógica y ordenada que le ayude a discernir.


Nuestros niños están sumamente despistados por la cantidad de información que reciben continuamente de todos los medios (no sólo la Internet). Oyen miles de opiniones diversas acerca de todas las cuestiones. Están bombardeados de información incierta y falsa.


Debemos brindarles la seguridad de que sus preguntas tienen una respuesta verdadera y científica. Debemos mostrarles la verdad, para que entonces ellos puedan desechar el resto de las respuestas erróneas que encontrarán en la red, en la iglesia, que escucharán en la radio, que verán en el cine y en la televisión.


Si no les damos contenidos confiables en la escuela, crecerán convencidos de que la verdad no existe o de que existen muchas verdades y que él puede adoptar la que mejor le convenga en cada circunstancia.


Para aprender algo nuevo, uno siempre se apoya en lo que ya sabe. El niño que más cosas sepa al salir de la escuela, más puntos de apoyo tendrá para aprender cosas nuevas. El aprendizaje tiene la particularidad de que cuanto más aprendes, más sed tienes de aprender más; cuanto más sabes, más ganas tienes de saber más. Si nuestros hijos salen de la escuela sabiendo poco, por muchas destrezas que le hayan inculcado, es muy difícil que les broten de repente las ganas de aprender. Y… aunque les brotaran… su cerebro no estará suficientemente desarrollado para entender conceptos más elaborados.

3 comentarios:

Anónimo

Muy bueno, y muy sencillo, lo felicito compañero. Tuve un grupo de amigos constructivistas en la Universidad, y no se dan cuenta de lo que hacen. Han acabado con ¡miles de años de conocimiento!

Anónimo

Real, certero y concreto, sólo me queda una duda ¿dónde quedan los valores?

Anónimo

Jaiderin, buen e interesante texto! En mas de una ocasión he tenido las mismas conclusiones sobre esa nueva y "moderna" educación de hoy día, que al parecer solo sirve para formar una cantidad fenomenal y peligrosa de vagos, facilistas y pésimos comunicadores lo que genera cada vez mayor incomprensión de la sociedad misma. APM

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