Por: Esteban Carlos Mejía
Piedrahíta Cardona fue candidato del Frente por la Unidad del Pueblo
en 1978, cuando ganó Turbay Ayala. Sacó 27.059 votos. ¿Una bicoca o una
hazaña? Venía de la Alianza Nacional Popular, Anapo, del general Rojas
Pinilla, y migró a la izquierda por convicción. Sin tregua atacó al
imperialismo, fase superior del capitalismo, y sus estructuras
semifeudales. Honesto y valiente, jamás se humilló ante los poderosos ni
se afligió por su magra votación. Era (¡es!) consecuente con sus
ideales. Paradigma de oposición.
Décadas después, en 2006, Carlos
Gaviria, con el Polo Democrático Alternativo, sacó 2’613.157 votos, la
más alta votación izquierdista. Inteligente, sensato y culto, Gaviria
Díaz tampoco se ha arrodillado ante el poder ni ha conciliado con sus
chupamedias. Lector apasionado de Wittgenstein, entiende que “lo que
siquiera puede ser dicho, puede ser dicho claramente; y de lo que no se
puede hablar, hay que callar”. Otro paradigma de oposición.
Así
como ellos —Piedrahíta Cardona y Carlos Gaviria— millones de ciudadanos
están hoy en la oposición, a pesar de la represión o... la cooptación.
Sin concesiones a Santos. Sin coqueteos con Zuluaga. Sin simpatías por
la lucha armada o el foquismo guerrillero. Mucho menos, sin aceptación
de la consigna de “combinando todas las formas de lucha, ¡venceremos!”,
esa entelequia que tanta sangre ha costado.
Hoy muchos le piden a
la izquierda que, por favor, vote por la derecha para que no gane la
extrema derecha. Bajo la lógica del alarmismo imperante, Santos sería
mejor que Zuluaga. O menos malo. ¿Menos peor? Para mí, en esencia,
Santos y Zuluaga, o sea, Santos y Uribe, son “la misma perra con
distinta guasca”: neoliberales y antimarxistas. Uribe negoció el TLC con
Estados Unidos y Santos lo firmó. Uribe impuso el modelo Carimagua, con
Agro Ingreso Seguro, y Santos siguió por ahí. Uribe desmejoró las
condiciones laborales de los trabajadores nocturnos y Santos ni se
mosqueó. Se diferencian en el talante. Santos, a ojos de Uribe, es un
“oligarca comunistoide” y Uribe, según Santos, es “un rufián de
esquina”. Santos se comporta como un chief executive officer, CEO,
siempre calculador y displicente. Uribe, los gamines me perdonen, es un
guache.
¿Y la paz? Perdonen mi candidez, pero ¿de veras ustedes
creen que Santos o Zuluaga traerán la paz a Colombia? ¿En serio? A
riesgo de que me maldigan o bendigan, les digo una cosa: votaré en
blanco. Seguiré el ejemplo de dignidad y coraje de Piedrahíta Cardona y
Carlos Gaviria y me mantendré en la contraria. Ni derecha ni extrema
derecha, ni Santos ni Uribe: ¡resistencia civil!
Rabito de paja:
si gana Zuluaga le echarán la culpa al voto en blanco, a los
abstencionistas, al MOIR o al senador Robledo. Si gana Santos, ah, no,
eso sí fue un plebiscito moral, un triunfo de la Paz, con mayúscula y
con zeta, no de zorro ni de zorrillo sino de zánganos.
Rabico: por tercera y última vez cito a Karl Kraus (1874-1936): “Si he de escoger el menor de ambos males, no escogeré ninguno”.
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